[… Sigue] Esta vez nosotras íbamos a ejercer de anfitrionas para nuestra invitada de honor, doña María Josefa de la Soledad Alonso Pimentel, y pasando de sala en sala, o mejor, de salón a salón en nuestros aposentos imaginarios, la acompañamos hasta la estancia donde, en una esquina, teníamos expuesta nuestra colección de “sombrillas” y, un poco más adelante, la sorpresa que teníamos guardada para ella: el “polisón”.